«La lucha por la conservación marina es más apremiante que nunca»

 

En el actual escenario de la continua batalla por la conservación de nuestros océanos, me sumerjo en una reflexión sobre mi dedicación a la lucha contra los problemas medioambientales que nos aquejan. La controversia generada en torno al vertido de pellets destaca la urgencia de nuestra misión y nos recuerda que la conservación marina es un compromiso diario. Debemos trabajar para elevar la conciencia ambiental y abogar por políticas que protejan nuestros océanos. Es crucial entender que la lucha por el cuidado del ecosistema marino no es un esfuerzo aislado, ya que requiere la colaboración de individuos y de gobiernos, tanto autonómicos como centrales, siendo fundamental abordar estos desafíos con una perspectiva centrada en soluciones concretas y sostenibles. Tan solo en la Unión Europea se calcula que se vierten al medio ambiente unas 160.000 toneladas de pellets plásticos al año y hasta 12 millones de toneladas de plásticos de todo tipo llegan a los océanos anualmente. A través de la Fundación Ecomar, venimos promoviendo desde hace veinticinco años la unidad de los distintos actores en esta causa, inspirando a otros a sumarse y trabajar juntos hacia un objetivo común: la salvaguarda de nuestros mares. Los océanos son vitales para nuestra supervivencia, ya que generan más del 50% del oxígeno, regulan el clima y son clave en el ciclo del agua. Su preservación es crucial para la estabilidad ambiental y la sostenibilidad de la vida en la Tierra. Sin ellos, no hay vida.

Lamentablemente, no es la primera vez, y temo que tampoco será la última, que nos enfrentamos a un vertido masivo de microplásticos. En cada ocasión que llevamos a cabo actividades de limpieza en las playas del litoral de la península ibérica, los pellets, en mayor o menor cantidad, hacen su presencia evidente. Si preguntan a los voluntarios que han participado en las iniciativas de la Fundación Ecomar, podrán corroborarlo.

Millones de estos diminutos pellets contaminan nuestras costas, por no mencionar la cantidad que se dispersa en nuestros mares. La magnitud del desafío es tan abrumadora que ahora parece haber captado la atención como un grave inconveniente puntual. Sin embargo, este problema es una realidad desde hace mucho tiempo, sin que la mayoría de las personas lo haya percibido.

Al menos, la dimensión actual del asunto podría contribuir a visibilizar un problema que ya existía. En lugar de ignorar la presencia de estos microplásticos, es crucial aprovechar esta oportunidad para concienciar sobre la urgencia de abordar la contaminación marina y adoptar medidas efectivas. Más allá de conmemorar en este 2024 los veinticinco años que cumplimos en la Fundación Ecomar, celebro el haber implementado diversos programas y proyectos dirigidos a enfrentar las amenazas que afectan nuestro entorno. Desde campañas educativas y de concienciación hasta iniciativas de limpiezas de costas, cada esfuerzo ha constituido un avance tangible en la preservación de la salud de nuestros océanos. Durante este tiempo, más de dos millones y medio de personas han participado en nuestras actividades incluyendo la limpieza de nuestro litoral.

En conclusión, la lucha por la conservación marina es más apremiante que nunca. No podemos permitirnos seguir siendo testigos pasivos de la degradación de nuestras costas. Seguiré navegando por los mares del compromiso ambiental con la misma pasión que me llevó a conquistar dos oros olímpicos. Juntos, podemos ser agentes del cambio necesario para garantizar que nuestros océanos sigan siendo fuentes de vida e inspiración para las generaciones venideras.

(Colaboración de Theresa Zabell en ABC)

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