Miriam Blasco, Theresa Zabell y Mercedes Coghen rememoran sus oros de Barcelona 92 y analizan cómo ha cambiado el deporte femenino

Hasta los Juegos de Barcelona 92 ninguna mujer española había subido a un podio olímpico. En aquella cita, que marcó un antes y un después para el deporte femenino nacional, lo hicieron ocho, entre ellas Miriam Blasco (judo), Theresa Zabell (vela) y Mercedes Coghen (hockey), que este sábado rememoraron aquel hito en el MARCA Sport Weekend.

Las tres campeonas olímpicas coincidieron en que aquellas medallas cambiaron sus vidas y abrieron el camino a muchas deportistas, que han ido cosechando numerosos éxitos deportivo posteriormente. «Sí, aquel oro me cambió la vida», recordó Blasco, la primera campeona olímpica española de la historia. «Me hizo pensar que podía lograr lo que quería. Un ejemplo es que 30 años después estamos hablando de ello».

Zabell era de la misma opinión. «Sí te cambia un éxito así», decía la regatista, que incidió en las penurias que a veces tuvieron que atravesar para lograr sus sueños. «Viajábamos por nuestra cuenta, nos pagábamos todo. A veces comíamos patatas fritas con mayonesa porque no teníamos dinero. Eso nos hace ver todo lo que hemos avanzado».

Por su parte, Mercedes Coghen recordó la dureza de los viajes y las concentraciones de los meses previos a los Juegos, para un equipo prácticamente amateur. «Para nosotros, el deporte entonces era un hobby», rememoró Coghen. «En nuestra mente entonces casi no estaba el hecho de pensar en ser profesionales. De hecho hubo compañeras que se retiraron tras ganar el oro. Los meses previos a los Juegos fueron muy duros. Los entrenamientos eran increíbles desde el punto de vista físico e innovadores para aquella época. Entrenábamos los reflejos con máquinas de lanzar bolas de tenis, pero con pelotas de hockey».

Y llegaron las anécdotas, muchas de ellas relacionadas con el escaso dinero que tenían entonces las deportistas españolas para sufragar gastos de competiciones. «En alguna ocasión pasamos hasta hambre», admitió Coghen. «En algún viaje a Rusia, para poder conseguir algo de fruta, plátanos por ejemplo, llegamos a intercambiar pintauñas».

Zabell habló de aquellas competiciones en las que era la capitana de los hombres. «Al bajar del barco algún periodista llegó a preguntar a un compañero: ¿Cómo dejas que te mande una mujer?».

También Miriam Blasco hizo hincapié en la diferencia de trato que entonces tenían los éxitos deportivos y femeninos en los medios. «Hay muchas diferencias entre nuestra época y ahora. Éramos invisibles para muchos y ni siquiera salíamos en las portadas. En algún medio, la medalla de Daniel Plaza fue grande y la mía, pequeña en un rincón».

Y, aunque los avances han sido muy importantes, aún quedan algunos ‘techos de cristal’ en el deporte, como el que tiene que ver con la presencia de mujeres al frente de las Federaciones. «Es un reto que queda y hay que afrontarlo», explica Coghen. «Hay que trabajar para que las mujeres tengan ese hueco. Ha sido un mundo de hombres y aún queda por hacer».

Por eso, pese a que antes estaban en contra de las cuotas, ahora Zabell y Blasco las defienden. «Al principio no éramos partidarias de las cuotas», decían ambas. «Es necesario para arrancar, para estar dentro, aunque después ya no lo sea dentro de 5 ó 10 años».

Y las tres coincidieron en que es fundamental que las niñas tengan referentes femeninos a los que quieran emular. «En algunos estudios que hemos hecho en los colegios, el 80% de los niños decían que querían ser como Raúl o Alonso, en esa época. Pero las niñas no contaban con esos referentes».

(MARCA)

 
 
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